Parres / Panes,
B. MORÁN / R. AJA
Los ribereños del Sella tenían ayer la sensación de estar viviendo un «c». En las zonas por las que el agua campó a sus anchas tocaba inventariar los daños -y reflexionar sobre lo sucedido- entre un clamor que comparten todos los afectados por esta riada: «Que no vuelva a pasar».
«El río está lleno de sedimentos y ya no tiene ni cauce. Se prohíbe limpiar a los ribereños, ahora no se limpia y las consecuencias están llegando». Estas palabras de Ángel Martínez, el alcalde de barrio de Triongo, en Cangas de Onís, recogen el sentir de muchos vecinos de la ribera del Sella. Los de Triongo no ocultaron su indignación al denunciar que el «abandono» que sufre el mantenimiento del cauce del Sella es una de las causas por las que el río parece no tener freno.
«Esto cada vez será peor», aventuraba otro vecino de Triongo, Francisco Granda, mientras recurría a una frase que sus antepasados le citaban a menudo. «Decían los más viejos que después de años mil suelen ir las aguas por donde solían ir», señaló. «Si el hombre no actúa y pone freno al río como se hizo toda la vida con dragados y escolleras, en la siguiente lluvia intensa volverá a salir, y no puede volver a ocurrir», sentenció Granda.
En el Instituto de Arriondas los alumnos regresaron ayer a clase tras el puente con el centro de nuevo encharcado por el Sella. El sótano estuvo cubierto por un metro de agua y se produjeron daños en cuatro aulas.
Por su lado, el Ayuntamiento de Peñamellera Baja insiste en que la Confederación debe actuar para prevenir futuras avenidas de agua del Deva. La del lunes volvió a cebarse con las instalaciones deportivas de La Brañona.
Fuente La Nueva España
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